Honestamente, ¿cuál es el propósito de tu sexualidad?

Si alguien te pregunta, “¿Cuál es tu opinión en cuanto a vivir con tu pareja sin estar casados?” o “¿Crees que Dios está de acuerdo con el matrimonio gay?” ¿Cómo responderías? Para responder estas preguntas, vas a terminar (sin siquiera darte cuenta) yendo a tus creencias subyacentes sobre el propósito de la sexualidad. Cada opinión que tengas acerca de asuntos sexuales tiene su raíz en una narrativa aún mayor con relación a lo que crees sobre el sexo y, a final de cuentas, sobre Dios. Tu narrativa sexual es el trasfondo que te ayuda a darle sentido a la sexualidad. Es la historia detrás del porqué nuestras experiencias y elecciones sexuales importan.

Los puntos de vista cambiantes de nuestra cultura frente a temas como el vivir juntos o la fluidez de género, provienen de una evolución en nuestra narrativa sexual. Hoy en día, la cultura en su mayor parte, presenta una narrativa humanista que honra la sexualidad humana como la forma principal de expresión personal e identidad. En un estudio reciente, el grupo Barna llegó a la siguiente conclusión: “El sexo se ha vuelto menos una función de procreación o una expresión de intimidad, y más una experiencia personal. Tener sexo es visto cada vez más como un elemento de placer importante en el camino hacia la realización personal.”  Si el sexo es una parte importante de la realización personal, el experimentar y la “libertad” personal se vuelven vías muy importantes hacia la madurez.

En contraste con esta narrativa, la narrativa de la iglesia tradicional presenta la sexualidad como un test de carácter moral y compromiso religioso que se aprueba o se reprueba. En mi blog anterior, escribí acerca de las limitaciones de la “narrativa de la pureza” en la sexualidad. Si leíste ese blog, tal vez te quedaste con algunas preguntas pendientes. Si “guardarte para el matrimonio” no es la narrativa cristiana completa en cuanto al sexo, entonces, ¿cuál es?

Para entender la imagen completa del cristianismo y el sexo, necesitamos empezar con la premisa de que la sexualidad no se trata únicamente de aquello que sucede en la tierra. La sexualidad fue creada por Dios como algo sagrado. Está fuertemente relacionada con la intimidad. Por más que nuestra cultura trate de fortalecer el concepto de “sexo casual”, no hay nada casual en ello. La sexualidad, como fue creada por Dios, está relacionada con nuestras vulnerabilidades y deseos más íntimos.

La sexualidad, por encima de todo, debe ser entendida como un aspecto terrenal de la humanidad que apunta hacia una verdad celestial. Esa verdad es que fuimos hechos para la intimidad. Fuimos creados con el deseo profundo de ser conocidos, aceptados, recibidos y amados eternamente por un Dios que nunca nos dejará ni nos abandonará.

No podemos entender el matrimonio y la sexualidad hasta que entendemos qué es aquello hacia lo que apuntan. Nuestros deseos sexuales simbolizan la experiencia de estar incompletos. Un encuentro sexual a lo sumo puede darnos una sensación momentánea de algo que fue creado para ser experimentado por la eternidad. Incluso dentro del matrimonio, seguimos teniendo estos deseos porque el matrimonio nunca fue diseñado para satisfacerlos por completo. C.S. Lewis expresa de manera muy elocuente la angustia del deseo y la desilusión: “El anhelo de una unión para la cual sólo la carne puede ser el medio, en tanto que la carne -nuestros cuerpos se excluyen mutuamente- la hace por siempre inalcanzable.” El matrimonio es la metáfora para la respuesta, ¡no la respuesta en sí!

Dios creó el pacto del matrimonio para que fuera una experiencia aquí en la tierra que apunte a la eterna realidad de que Jesucristo es el Novio de su Iglesia. Él la buscó, se sacrificó para hacerla santa y se unió a ella por medio del ministerio del Espíritu Santo. Como cristianos, estamos más satisfechos cuando permanecemos en Dios. Aquí en la tierra llegamos a ver un poco lo que es esa intimidad, ¡pero aún así nos quedamos queriendo más! Como lo dice Pablo, la creación entera se queja y sufre esperando que Cristo venga por su pueblo.

Mientras que la narrativa cultural adora el sexo como la fuente de nuestra satisfacción personal, la narrativa bíblica presenta el sexo como una imagen sagrada del anhelo, la unidad y el pacto. Su poder no se encuentra en alcanzar la satisfacción sexual, sino en reconocer el anhelo más profundo que representa. Esta narrativa le da un contexto más amplio a todo lo que tiene que ver con lo sexual. Explica el por qué detrás del qué.

También nos ayuda a entender por qué la intimidad sexual es celebrada dentro del matrimonio, pero está mal cuando tiene lugar fuera de este pacto. Pone en evidencia por qué es tan difícil recuperarse del engaño sexual. En esta narrativa, masculino y femenino no son intercambiables, porque representan a Cristo y la iglesia. Las “reglas” cristianas en torno a nuestra sexualidad están ahí porque enmarcan la imagen del verdadero propósito de nuestra sexualidad.

No fuimos creados para la expresión sexual. Ni siquiera fuimos creados para el matrimonio. Fuimos creados para tener intimidad. El mejor sexo en el matrimonio es algo hermoso, pero sigue siendo un placer temporal que apunta hacia anhelos más profundos. Es por esto que el Nuevo Testamento tiene en tan alta estima a la soltería. El bien supremo para un cristiano no es un matrimonio feliz, sino la rendición y unidad a Cristo mismo. El matrimonio y la sexualidad son metáforas sagradas que deben ser honradas, pero que nunca deben convertirse en ídolos que opaquen nuestro anhelo de conocer a Dios mismo.

Durante los últimos años, he estado estudiando y “desempacando” esta metáfora bíblica. Entre más me adentro en este misterio (¡y sí que es un misterio!), más entiendo el corazón de Dios hacia nuestra sexualidad. Me ayuda a darle un contexto a mis luchas como esposa, a las frustraciones que veo y experimento, y a comprender por qué todo lo relacionado con lo sexual es un campo de batalla espiritual tan grande.

Espero que a medida que interactúas con materiales de Authentic Intimacy, no solo aprendas sobre “reglas” cristianas sobre el sexo, sino que puedas ver lo que hay en el corazón de Dios para ti. El sexo no se trata solo de sexo. Es una forma física en la que se puede experimentar aquello para lo que fuiste creada… intimidad eterna con un Dios fiel.

 

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Publish Date: September 22, 2021